23 febrero 2012

La perseverancia frente al fracaso

Óscar Rodríguez Vargas Periodista
Mucha gente lucha con sentimientos de fracaso, que son los pensamientos de duda más dañinos.
En el fondo de estas dudas y sentimientos hay una pregunta central: ¿Soy un fracasado? Y ese es un problema porque yo creo que es casi imposible que una persona crea que es un fracasado y al mismo tiempo luche por salir adelante.
Lo que usted tiene que decirse es: "No soy un fracasado, solo fallé al intentar hacer algo". Hay una gran diferencia entre una cosa y otra.
Hay muchas personas de éxito que fallaron en una o varias oportunidades, pero nunca se consideraron derrotados.
Por ejemplo, a Wolfgang Amadeus Mozart, uno de los más grandes genios musicales, el emperador Ferdinando le dijo que su ópera Las bodas de Fígaro era "demasiado ruidosa" y que tenía "demasiadas notas".
El pintor Vincent van Gogh, cuyos cuadros alcanzan actualmente precios astronómicos cuando se ponen a la venta, durante toda su vida vendió apenas una de sus obras.
Creo que no es exagerado decir que a todos los grandes hombres de éxito se les han dado múltiples razones para creer que son unos fracasados.
Pero, a pesar de eso, han perseverado. Frente a la adversidad, el rechazo y los errores, siguen creyendo en ellos y jamás "tiran la toalla".
Los triunfadores ven el fracaso como algo temporal, no como un mal para toda la vida. Si usted quiere triunfar, no permita que un incidente aislado afecte la opinión que usted tiene de sí mismo.
Siempre es bueno y positivo evaluar con serenidad las causas y efectos de nuestros fracasos, pero no debemos permitir que esta actitud analítica devalúe nuestra autoestima.
Mientras más grande sea la meta que usted quiera alcanzar, mayor será la preparación mental que necesite para vencer los obstáculos y persistir en el largo camino que tiene por delante.
Si se propusiera, por ejemplo, escalar el Huascarán, ello le exigiría tiempo, esfuerzo y la capacidad para vencer los contratiempos. Tiene que enfrentarse cada día con expectativas razonables y no dejarse abatir cuando las cosas no salgan como usted quiere.
Lo que distingue a un vencedor de un perdedor es que el vencedor se concentra todo el tiempo en lo que puede hacer, no en lo que no puede hacer.
Napoleón Hill cuenta una historia en que cuatro millonarios hicieron una fortuna antes de los treinta y cinco años de edad.
Invirtieron en un promedio de diecisiete negocios antes de dar con el que los llevaría a la cima. Se mantuvieron probando y buscando hasta que encontraron algo que sí funcionó.
Todos los vencedores tienen en común la habilidad de insistir después de un error, falta o fracaso. Están siempre dispuestos a avanzar sin importar lo que ocurra. Y eso es posible porque no olvidan que los fracasos no los convierten en individuos derrotados.
FUENTE: Diario El Peruano.