17 febrero 2012

La fuerza del pensamiento y las ideas

LEY DE CAUSA Y EFECTO RIGE LA CONDUCTA HUMANA.
Óscar Rodríguez Vargas, Periodista

El desarrollo del ser humano está gobernado por leyes, no por el azar o por la suerte. La ley de causa y efecto es absoluta e inquebrantable, tanto en el mundo invisible e intangible de nuestros pensamientos como en el mundo de los objetos visibles y materiales.
Un carácter ético y noble nunca es producto de la suerte o la coincidencia, sino el resultado natural de un esfuerzo constante por albergar pensamientos correctos en nuestra mente.
La mente es como un jardín que puede ser inteligentemente cultivado o abandonarse y llenarse de hierbas y maleza.
Sin embargo, ya sea que esté descuidado o cultivado, siempre está destinado a producir algo. Si no se siembran semillas útiles, entonces caerán, nacerán y se reproducirán en abundancia semillas de maleza.
Somos los jardineros de nuestro espíritu, captamos cada vez con mayor precisión cómo nuestras ideas se encargan de moldear nuestro carácter, nuestras circunstancias y nuestro destino.
Las circunstancias nacen de los pensamientos, en la medida en que cambie su estado mental y su manera de pensar, cambian sus condiciones y su entorno.
Siempre atraemos aquello que ya se encuentra dentro de nosotros, tanto lo que amemos como lo que tememos. Las personas no atraen hacia ellas lo que quieren, sino aquello que son.
Nunca obtendremos lo que deseamos, o pedimos, sino aquello que merecemos. Los deseos y oraciones solo son gratificadas y atendidas cuando armonizan con las ideas y las acciones.
Por desgracia, muchos individuos están ansiosos de mejorar sus situaciones, pero no están dispuestos a mejorarse a sí mismos, por eso permanecen atados al pasado del cual quieren escapar.
Y puesto que todo atrae su igual, las ideas de temor, duda e indecisión se cristalizan en hábitos que paralizan e impiden actuar al ser humano; hábitos que conducen al fracaso, la escasez y la dependencia. Los pensamientos egoístas de todo tipo se transforman en costumbres que atraen angustia y frustración.
Napoleón Hill afirma que "nuestros pensamientos dominantes tienden a magnetizar nuestro cerebro y, por mecanismos que nadie conoce bien, actúan como 'imanes' que atraen hacia nosotros las fuerzas, las personas y las circunstancias de la vida que armonizan con la naturaleza de dichos pensamientos".
El pesimista vive en un mundo negativo y deprimente, mientras que el optimista ha elegido vivir en un mundo positivo y lleno de oportunidades. Lo más curioso de todo es que se trata del mismo mundo. Las diferencias que ellos observan son solo el resultado de sus pensamientos dominantes.
Aquello que siente que falta en su vida es, seguramente, en lo que siempre está pensando, y carecerá de ello mientras continúe concentrado en lo mismo. De igual manera, si se enfoca con frecuencia en sus fortalezas, éstas se harán cada vez más visibles.
Si nosotros nos hemos encargado de atraer y crear nuestras circunstancias externas con nuestros pensamientos, esto quiere decir que la creación física de las cosas está precedida por una creación mental, y que su futuro se está formando en este preciso instante en el interior de su mente.
FUENTE: Diario El Peruano